The power of Data Art
- -IONA- Rocio Arteaga
- Sep 6
- 3 min read
(EN)In recent years, the term data artist has emerged to describe creators who work at the crossroads of art, research, and technology. A data artist takes information—scientific, social, or economic—and transforms it into a visual and emotional experience. Beyond statistics and figures, data becomes a language that connects with people in ways that reports or graphs alone cannot achieve.
As a visual artist and researcher with a Ph.D. in Economics, my practice unfolds in this intersection. Numbers, models, and datasets are not just abstract structures; they are stories waiting to be told. Climate change curves, economic cycles, or ecological records can be reframed as textures, rhythms, and visual narratives that invite reflection.
This is why data art matters: it builds bridges between disciplines. It translates specialized knowledge into forms that are accessible not only to experts but to the wider public. Art has the power to humanize research, to make visible what often remains hidden in spreadsheets or academic journals. It can awaken curiosity, empathy, and critical thought—essential tools in a world facing environmental, economic, and social challenges.
Bringing science, economics, and art together is more than an experiment; it is a necessity. In a time when we are surrounded by vast amounts of information, data art offers a way to transform complexity into clarity, and distance into connection.
In my own work, I explore how natural cycles—like the irregular growth of tree rings under climate stress—mirror economic cycles during global crises. Through installations and mixed media, I seek to create spaces where data is not only understood but also felt, where knowledge is embodied in light, color, and form.
Being a data artist is, in essence, about reminding us that information is not neutral. It carries consequences, emotions, and stories. And art can be the vessel that makes those stories resonate.

(ES) En los últimos años, el término data artist ha surgido para describir a los creadores que trabajan en la intersección entre el arte, la investigación y la tecnología. Un data artist toma información —científica, social o económica— y la transforma en una experiencia visual y emocional. Más allá de las estadísticas y los números, los datos se convierten en un lenguaje que conecta con las personas de una forma que los informes o los gráficos por sí solos no pueden lograr.
Como artista visual e investigadora, doctora en Economía, mi práctica se despliega precisamente en ese cruce. Los números, los modelos y las bases de datos no son solo estructuras abstractas: son historias que esperan ser contadas. Las curvas del cambio climático, los ciclos económicos o los registros ecológicos pueden reconfigurarse en texturas, ritmos y narrativas visuales que invitan a la reflexión.
Por eso el data art es importante: construye puentes entre disciplinas. Traduce el conocimiento especializado en formas accesibles no solo para expertos, sino también para el público general. El arte tiene el poder de humanizar la investigación, de hacer visible lo que muchas veces permanece oculto en hojas de cálculo o en revistas académicas. Puede despertar curiosidad, empatía y pensamiento crítico: herramientas esenciales en un mundo que enfrenta desafíos ambientales, económicos y sociales.
Unir ciencia, economía y arte no es solo un experimento: es una necesidad. En una época en la que estamos rodeados de enormes cantidades de información, el data art ofrece una vía para transformar la complejidad en claridad, y la distancia en conexión.
En mi propio trabajo exploro cómo los ciclos naturales —como el crecimiento irregular de los anillos de los árboles bajo el estrés climático— reflejan los ciclos económicos durante las crisis globales. A través de instalaciones y técnicas mixtas, busco crear espacios donde los datos no solo se comprendan, sino que también se sientan; donde el conocimiento se encarne en la luz, el color y la forma.
Ser data artist es, en esencia, recordar que la información no es neutral: lleva consigo consecuencias, emociones e historias. Y el arte puede ser el vehículo que haga que esas historias resuenen.

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